La deforestación es la destrucción a gran escala de los bosques por la acción humana. Millones de hectáreas se degradan o destruyen anualmente. Éstas son taladas o quemadas, aproximadamente el equivalente a la superficie de un campo de fútbol cada dos segundos. La deforestación avanza a un ritmo de unas 17 millones de hectáreas al año el equivalente a una superficie que supera a la de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte juntas. Estamos perdiendo los más frondosos bosques tropicales.
CAUSAS:
La deforestación, como todo proceso
tiene sus causas fundamentales. Entre ellas pueden citarse: el cambio del
uso del agua para actividades ganaderas y agrícolas, los incendios y
enfermedades forestales o la tala incontrolada de árboles. En la
actualidad, la deforestación de los bosques tropicales constituye una auténtica
amenaza. Si analizamos estadísticamente tasas de deforestación en las distintas
áreas ecológicamente importantes —bosques tropicales húmedos, bosques
tropicales secos, bosques de llanura, bosques de montaña—, se puede concluir
que, en los últimos años, este proceso ha resultado mucho más intenso en las
zonas secas y seminarias, especialmente en las montañas.
Esto es comprensible, dado que las
áreas de mayor altitud o más secas resultan más adecuadas para la ganadería.
Los suelos de estas regiones, en general, son más ricos y fácilmente
cultivables que los suelos viejos de las llanuras tropicales, prácticamente
lavados de todo tipo de nutrientes. Además de las restricciones agronómicas, hay
que tener en cuenta la limitación que supone para la colonización la presencia
de diferentes enfermedades, como malaria o fiebre amarilla, mucho menos
extendidas en zonas de montaña o secas que en áreas húmedas.
Anualmente perdemos 13 millones de
hectáreas de bosque nativo en el mundo, especialmente los bosques tropicales
tanto en Asia, como en África y América. Si nos detenemos en Argentina, se ha
producido una importante disminución de la selva en Misiones, Salta y Jujuy.
Una de las principales causas de la deforestación es la explotación maderera.
En algunos casos se aprovechan las maderas de los árboles nativos y en otros la
deforestación se produce para realizar plantaciones forestales. También
se tala el bosque, se aprovecha la madera y luego las tierras se destinan a la
agricultura.
Sin lugar a dudas esta actividad
genera serios problemas, ¿por qué? Porque no sólo afecta al medio ambiente,
sino genera problemas sociales, afectando sobre todo a millones de personas que
viven en el bosque y que obtienen de ellos sus medios de vida. Si bien existen
regulaciones a nivel nacional para evitar la depredación de este recurso,
muchas de las empresas no cumplen las normas, explotando los bosques con una
intensidad y velocidad que no permite la regeneración de estos bastiones
ecológicos.
De acuerdo con las recomendaciones de
las Naciones Unidas, existen diversas medidas encaminadas a frenar el proceso
de deforestación. Por un lado, los programas forestales de cada país, los
cuales deben hacer partícipes a todos los interesados e integrar la
conservación y el uso sostenible de los recursos biológicos. Asimismo, las
capacidades nacionales de investigación forestal deben mejorarse y crear una
red para facilitar el intercambio de información, fomentar la investigación y
dar a conocer los resultados de las distintas disciplinas.
Es necesario llevar a cabo estudios
que analicen las causas de la deforestación y degradación ambiental en cada
país, y debe fomentarse la cooperación en temas de transferencia de tecnología
relacionada con los bosques, tanto Norte-Sur como Sur-Sur, mediante inversiones
públicas y privadas, empresas mixtas, etc. Por otro lado, se requieren las
mejores tecnologías de evaluación para obtener estimaciones fidedignas de todos
los servicios y bienes forestales, en especial los que son objeto de comercio
general.
Mejorar el acceso al mercado de los
bienes y servicios forestales con la reducción de obstáculos arancelarios y no
arancelarios al comercio, constituye otra de las vías posibles, así como la
necesidad de hacer un uso más efectivo de los mecanismos financieros
existentes, para generar nuevos recursos de financiación a nivel nacional como
internacional. Las políticas inversoras deben tener como finalidad atraer las
inversiones nacionales, de las comunidades locales y extranjeras para las
industrias sostenibles de base forestal, la reforestación, la conservación y la
protección de los bosques.
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